En vías de una sociedad pensante
“La
educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo
para transformarlo” (Freire, 1969, p.7). Es una de las principales armas para combatir la
ignorancia, la inequidad, la injusticia y la opresión. Conduce al ser humano a
vivir en libertad y a construir mejores condiciones de vida. Educar es, como
alude Bruner, darle significado a la vida, a los actos y a las relaciones,
creando una revolución cognitiva y cultural.
Es
vital que el docente la visualice no como un proceso aislado de la sociedad, sino como un medio para generar espacios de enseñanza y aprendizaje reales en
las que sus educandos se desarrollen de manera integral. En calidad de educador
comprometido le compete formularse varios cuestionamientos, tales como: ¿Por
qué educo?, ¿qué clase de ciudadanos estoy guiando?, ¿cómo los preparo para que
contribuyan a la sociedad?, ¿soy un ente de cambio?
Uno
de los grandes propósitos de la educación en Guatemala, contenidos en el
Currículo Nacional Base, es lograr que los estudiantes utilicen críticamente los conocimientos que
poseen sobre los procesos históricos desde la diversidad de los pueblos del
país y del mundo, para comprender el presente y construir el futuro, pero ¿cuál
es el rol del que ‘enseña’ para alcanzar esa competencia
que manifieste los saberes declarativos, procedimentales y actitudinales de
forma pertinente en la vida de los que está formando?
Parafraseando las
palabras del
psicólogo y educador De Zubiría,
uno de los principales problemas que las teorías pedagógicas han buscado
resolver es: qué tipo de persona y de sociedad se desea coadyuvar a formar. Por
mucho tiempo, se han llevado a cabo exhaustivos estudios al respecto.
Psicólogos, pedagogos, sociólogos y filósofos han realizado relevantes aportes
a la educación, a través de modelos o enfoques educativos como: conductista,
cognitivo, sociocultural, psicológico social, constructivista, crítico social,
entre otros. El trabajo del mediador es valerse de ellos para adecuarlos y
contextualizarlos.
Es preciso resaltar
que, en la educación por competencias, tanto en la teoría como en la práctica,
el educando debe ser el centro de la educación. Tiene que ser capaz de plasmar
sus ideas de forma individual y juiciosa, sin repetir mecánicamente contenidos
depositados en su mente. En la educación transformadora y liberadora él es
el que procesa, analiza, interpreta e infiere la información que recibe,
emite su opinión con argumentos, toma decisiones y actúa conscientemente ante
diversas circunstancias. Cuando hay presencia de lo anterior se dice que ‘está haciendo uso de un
proceso personal y autónomo denominado pensamiento’. Pensar es toda
actividad (racional, imaginativa, creativa, intelectual, abstracta) que se produce
en su mente. Si él delibera sus ideas, esto sugiere que
debe existir algo que motive tal actividad: sus necesidades, su entorno, las
personas que lo rodean, etcétera.
Así como existen diversos modelos educativos también existen diferentes tipos de pensamiento: Lógico, reflexivo,
psicológico, complejo, deductivo e inductivo, divergente y convergente,
histórico y crítico. En el presente ensayo, se hace hincapié en el pensamiento
crítico. Para comprenderlo mejor es menester partir por la definición del
pensamiento reflexivo, término acuñado por John Dewey:
El pensamiento
reflexivo consiste en una sucesión de cosas acerca de las cuales se piensa, no
de manera casual. La reflexión implica una con-secuencia de ideas, cuyo
propósito es llegar a una conclusión que conduzca a algún sitio, sobrepasando
la agradable invención de imágenes mentales (Dewey, 1989).
El pensamiento
crítico se define como el razonamiento lógico, consciente e individual que
sirve para emitir juicios valorativos y tomar decisiones. Para Ennis
(citado por Mason, 2008), el
pensamiento crítico tiene sus bases en habilidades como: observar, inferir,
generalizar, razonar, evaluar el razonamiento, y similares. Para él, el
pensamiento crítico es ‘la evaluación correcta de
las afirmaciones’. Acertadamente Woolfolk (2010) afirma que dichas habilidades son útiles casi
para cualquier situación cotidiana, incluso para evaluar los anuncios de los
medios que nos bombardean constantemente.
De
acuerdo con el Programa Nacional de Lectura Leamos Juntos (2012) la lectura es una herramienta instrumental que favorece el
desarrollo de destrezas de pensamiento crítico imprescindible para el ejercicio
responsable de la ciudadanía, la reflexión sobre los valores universales
enmarcados en los ejes del currículo nacional (multiculturalidad e
interculturalidad, equidad, educación en valores, vida ciudadana, desarrollo
integral y sostenible).
Los
educadores tienen a su alcance diferentes estrategias, medios y recursos
didácticos para fortalecer la lectura crítica y la competencia comunicativa
propuesta –inicialmente– por Hymes; a través del análisis de diferentes textos, la trasferencia,
el diálogo intertextual, las técnicas de discusión, la realización de
organizadores gráficos, el trabajo cooperativo y colaborativo, el uso adecuado
de las Tecnologías de la Información y
Comunicación etcétera, que les permitan (a profesores y a estudiantes)
comprender lo que leen, no solo como un fenómeno puramente estético, sino
también como el reflejo de una realidad histórica. Kemmis propone que las prácticas educativas y la vida social mejoran, con
respeto y solidaridad, por medio de la investigación, la participación, la
comunidad crítica y el autoconocimiento.