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miércoles, 8 de marzo de 2017

Maestro de literatura, poeta y escritor

En la Efpem contamos con excelentes catedráticos (as), cada uno (a) en su especialidad y con sus méritos. Hoy nos engalana el blog un maestro con alto nivel de conocimiento y que cada día enriquece más a sus estudiantes a través de la literatura. Escritor y poeta, autor de un sinnúmero de poemarios nos deleita en esta oportunidad con una pizca de su talento. Además ha utilizado el recurso de la escritura para inmortalizar su participación revolucionaria, y que mejor para este propósito que el testimonio de su vida plasmado en la obra literaria "El Sueño Quebrado". El testimonio del licenciado Plinio Cortés es de gran importancia para comprender la sociedad guatemalteca (la actual y la de la segunda mitad del siglo XX). Como bien lo dice el autor: "Al título no hay que agregarle nada, ni debe ser objeto de interpretaciones metalingüísticas. El título lo dice todo, o no dice nada...".


A  continuación, en breves palabras la extensa trayectoria de nuestro escritor:


Plinio Eduardo Cortés nació en la ciudad capital de Guatemala. Se graduó de maestro de educación primaria urbana en la Escuela Normal Central para Varones. Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de San Carlos de Guatemala, pero debido a su participación política en el Frente Estudiantil Revolucionario Robin García (FERG), en momentos apremiantes de la historia nacional, debió abandonar sus estudios para dedicarse a tiempo completo a la organización estudiantil.   

Su participación en una organización revolucionaria de la época y la persecución brutal a los líderes estudiantiles, lo obligaron a salir del país.  Residió  en Tegucigalpa y San Pedro Sula alrededor de un año y luego partió al exilio en México.  Se inscribió en el Centro Universitario de Ciencias Humanas, en el corazón de la Ciudad de México, y se dedicó de lleno a los estudios, a la actividad coral, la bohemia y la creación literaria.

Experimentó en carne propia la devastación provocada por el terremoto el 19 de septiembre de 1985. Cuando se transportaba en el metro para dirigirse a su trabajo, la ciudad se estremeció y, abajo, entre la oscuridad de la estación Balderas, escuchó como una torre de Televisa se desplomaba en uno de los ingresos.  Se alistó como voluntario en las brigadas  de rescate en una metrópoli que, según sus propias palabras, “parecía haber sido bombardeada”.

Cuando triunfó Vinicio Cerezo en las elecciones presidenciales decidió retornar a Guatemala.  Marco Antonio Villamar Contreras, destacado por su participación en el asalto a la Guardia de Honor durante el alzamiento del 20 de octubre de 1944, le aconsejó su retorno.  Entre sobresaltos y temores regresó a su tierra natal, en donde se inscribió en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.  Ahí se graduó de licenciado en letras.

Ejerce la docencia universitaria en la EFPEM, desde que aún estaba adscrita a la Facultad de Humanidades. Fue columnista del Diario La Hora de 1986 a 1998. Inició estudios de doctorado en filosofía en la Universidad Rafael Landívar.  Estudió Derecho en la Universidad de San Carlos, en donde cerró pénsum en 1999.  Cursó la maestría en políticas y prácticas de innovación educativa en la Universidad de Almería, España.

Su obra literaria consta de dos poemarios: En proa a Ítaca y Tratado del silencio, aunque tiene infinidad de poemas inéditos.  Escribió una obra testimonial titulada “El sueño quebrado”, en la cual dejó constancia de su participación política en los años más aciagos de la guerra en Guatemala.  Es autor de diversos cuentos cortos, también sin publicar.

Sus más grandes motivaciones: el amor, la literatura y la docencia.

Guatemala, marzo de 2017

Abimael Menéndez


En esta oportunidad nos obsequia uno de sus poemas inéditos.

Lluvia tras los cristales

Este soplo de melancolía que llevo a cuestas
-atado con el amasijo de mis venas-
se vuelve silencio taciturno bajo la lluvia.

Las gotas, tras los cristales, murmuran notas sencillas
sin pentagramas,
así de simple es el cielo desvanecido
en la niebla vaporosa del invierno.

La vida nace, renace y resucita
en este fluir incesante del agua, del tiempo
y del inconsciente que jalonea al pasado
cuando alguna vez viví y morí
una noche de miedos torrenciales
y angustias parapetadas tras las rocas
y bajo las muecas adustas de animales
que rumiaban en la oscuridad.

Esta lluvia de sobresaltos y de truenos lejanos
adormece las sienes de los árboles
con un finísimo elíxir
que resbala desde la prehistoria
atravesando ríos desmemoriados
hasta desangrarse a mis pies.

Es hilo rotundo y delicado
de un bordado líquido
tejido bajo la sombra del atardecer.

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