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miércoles, 25 de octubre de 2017

El papel de la EFPEM y la Facultad de Humanidades...

Abner Jonatan Cottóm Peña es estudiante de Filosofía, de la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala, encuestador temporal, dieciochero (de zona 18), iniciador y escritor del proyecto www.lacasaestatomada.org (blog del pueblo donde se publican análisis políticos, artículos sobre crítica literaria, arte, etcétera). Es activista no oenegero del movimiento estudiantil y de diversidad sexual. En su paso por el blog literario de la EFPEM nos recuerda (si acaso hemos olvidado) la realidad a la que se enfrenta el sector docente del país, y nos hace un llamado a la conciencia y organización gremial como alternativas de cambio.


Con cartón y sin prestaciones laborales

El siguiente escrito intentaré realizar un pequeño análisis del sistema educativo privado guatemalteco, a través de la descripción de las condiciones laborales de los Profesores de Educación Media (PEM) para los ciclos básico y diversificado, y para cualquiera que haya tenido la valentía de impartir clases en un colegio.

Tuve la experiencia de trabajar en un centro educativo privado en zona 18, en la jornada matutina, el cual tenía más de 500 estudiantes, de los cuales unos 250 educandos aproximadamente eran de básicos (dos secciones por grado) y de las cuatro diferentes carreras de diversificado. Aclaro que no soy PEM, pero según entendí sí se puede ser profesor por lo que solo debía entregar papelería académica a la supervisión educativa, a través de una encargada para ello. 

El horario laboral era 6:30 a.m. a 2:00 p.m. (en el «contrato» que firmé decía de 6:30 a.m. a 3:00 p.m., aún desconozco el motivo pues nunca tuve una copia aun cuando la solicité), de lunes a viernes con seis sábados de asistencia por actividades especiales. Este comprendía los meses de enero a octubre. Según constaté con los nuevos compañeros docentes que conocí, en noviembre y diciembre el establecimiento prescindía de los servicios por lo que los profesores debían sobrevivir dos meses de desempleo y no se conseguía ni para los tamales.
    
Ninguno de los profesores ganaba el sueldo mínimo. Supe esto desobedeciendo a la señorita de recursos humanos, quien nos prohibió hablar de cuanto ganábamos cada uno para que nadie «se sintiera mal». Yo no contaba aun con un título universitario, pero quienes sí lo tenían al parecer no les molestaba que ni siquiera tuvieran prestaciones laborales.

Análisis

La vocación docente
Nunca había entendido qué era lo que significaba la vocación docente hasta que se abrieron nuevas secciones de diversificado y algunas clases crecieron en número (incluyendo mi grado guía), ahora tenía muchos más cursos que impartir, mis periodos libres en los que calificaba tareas, organizaba notas, planificaba o leía para dar mejor la clase, desaparecieron. Tuve que comenzar a llevarme el trabajo a mi casa. Varios compañeros me alentaban hablando de la vocación docente, afirmando que a las maestras de primaria les iba peor pues debían preparar materiales didácticos todo el tiempo. Me empecé a cansar realmente cuando era temporada de exámenes y no me daba tiempo de realizarlos en el colegio, sino que debía pasar varias horas en mi casa elaborándolos.

Entendí que el concepto de vocación docente era el de sacrificarse por la docencia, trabajando en casa no importando las horas, arreglártelas cuando no dieran materiales necesarios y soportando con menos del sueldo mínimo (sin esperanza fija de aumento).     

Rotación de personal
Entendí que el sistema laboral de los colegios privados era una relación donde el Estado no tenía la mayor presencia, pues lo que se encuentra regulado en el Código del Trabajo nunca es ejecutado ni tomado en cuenta ni por el patrono ni por los trabajadores (los docentes tuvimos que comprarle el uniforme de trabajo al patrono el cual no estaba a un precio tan accesible y no se entregaba factura).  Esto hacía que quien encontrara una «mejor oportunidad» en otro lugar no dudara en irse del colegio, haciendo que existiera bastante flujo y rotación de personal que repercutía directamente en la calidad académica de los educandos. 

Los PEM: universitarios sin prestaciones
El punto central de este escrito es exponer que los docentes de colegios son en su mayoría estudiantes o graduados universitarios de la Usac. Deben asistir a clases por las noches o fines de semana. Asistir a la universidad es un asunto serio en el que además de prepararme académicamente para una profesión, debo organizarme en muchas esferas sociales.  

Existe una contradicción entre ser estudiante de educación superior de una universidad pública y no exigir las condiciones laborales adecuadas para el buen desempeño de algo tan fundamental para el país como lo es la docencia. Esto significa que los PEM no valorizan su trabajo ni pueden interpretar la realidad al nivel de encontrar las conexiones directas entre su trabajo, desarrollo personal y social.

Conciencia de gremio 
Al no existir ni siquiera la conciencia de que vendemos nuestra fuerza de trabajo intelectual a un patrono o dueño de establecimiento educativo, por algo menos que el sueldo mínimo para sobrevivir, menos cabe la posibilidad de la organización gremial. Los docentes PEM, no se encuentran organizados para cobrar una tarifa mínima por sus servicios profesionales, ni por área de conocimiento. En el colegio los compañeros no se veían como un gremio, por lo que cualquier problemática era atendida a nivel personal, aun cuando se supiera que también afectaba a todos. Esto aunado a la enferma cultura guatemalteca laboral, donde la organización sindical es vista con malos ojos.  Esto claro en el sistema privado pues en el público sí se le exige al Estado pactos colectivos y aumentos, a cambio de no tapar las calles por días.

Una familia entera controlaba los puestos administrativos del colegio
Pude entender definitivamente la estructura que hacía que sus docentes laboraran en tan malas condiciones. Esto se debía a que la mayoría de puestos administrativos y docentes claves (financiero, jurídico, recursos humanos, el área de valores, entre otros), eran administrados por todos los miembros de una misma familia. Esto hacía que quien quisiera resolver algo, cayera en un círculo vicioso y burocrático dentro del establecimiento. Esto además de que no existía una supervisión educativa periódica del Ministerio de Educación al establecimiento, y menos del Ministerio de Trabajo para chequear las condiciones en que los docentes laboran. Además, quienes son dueños de colegios sí se encuentran organizados de distintas maneras y niveles, como en la entidad Empresarios por la Educación.

El papel de la Escuela de Profesores de Enseñanza Media, EFPEM, y la Facultad de Humanidades
Quien nutre con la mayoría de PEM´s al país es la Usac a través de una facultad y escuelas claves en la reproducción de la fuerza de trabajo para la educación privada y pública nacional. Por ejemplo, la Facultad de Humanidades, la cual cuenta con más de 80 extensiones de pedagogías a nivel nacional siendo la facultad más grande de la Usac, cuenta con representaciones políticas en varios consejos educativos del país. El Consejo Directivo de Efpem debe involucrarse de cajón en las políticas ministeriales educativas y además luego de absorber a todos los educandos de nivel medio con el cambio de carrera del magisterio.  

El papel que ejercen ambas unidades académicas pareciera de una educación cada vez más a la distancia, creando carreras incluso duplicadas en competencia (la licenciatura sabatina en Letras existe tanto en EFPEM como en Humanidades). Estas licenciaturas sabatinas o semanales no cubren los requerimientos mínimos para que un PEM, entienda las realidades sociopolíticas a las que se enfrentará en su labor. Es aquí también donde las esperanzas de miles de maestros del área rural guatemalteca, son cajeadas por el acceso a un trabajo mejor remunerado a través de una carrera pedagógica mediocre (el caso de las extensiones de Humanidades).  Pareciera que adrede no existe una cultura de organización política en la Usac, y si no existe durante la vida estudiantil de un PEM, menos se espera que pueda materializarla en su labor docente. 

¿Por qué es mejor trabajar en un callcenter que ser docente en un colegio?
El ser empleado de más de ocho horas en un colegio versus la situación laboral mínima en las empresas transnacionales y nacionales de callcenters, definitivamente gana la segunda opción. Tienen prestaciones laborales, sueldo mínimo, catorce salarios al año, pago de horas extras, Igss/Irtra, y algunas empresas reclutan a personas con solo tercero básico. No es necesario ir a la universidad ni llevarse «la vocación» a su casa. Increíble y escandalosa la situación laboral de la docencia en el país.

Conclusiones
Culturalmente los guatemaltecos no entendemos que el sistema educativo es tan importante como el de salud, construcción y seguridad. Los chapines ven con sumo respeto y seriedad el trabajo de un técnico, ya que pasan duros años por la universidad y prácticas, pero no así el de un docente de nivel medio de un colegio.

El papel de las universidades se ha dividido al crear carreras técnicas diurnas para estudiantes acomodados versus carreras de dos horas diarias y sabatinas para estudiantes-trabajadores.

La principal conclusión es que por eso somos tercermundistas, debido a que «la necesidad» nos obliga a aceptar puestos de trabajo mal remunerados, fuera del orden laboral jurídico del país y sin organización sindical.  

Es increíble la organización sindical que existe desde hace ya siglos en países potencias capitalistas como Inglaterra, Alemania y EUA. Las conquistas de los gremios organizados han hecho que el nivel de vida de sus agremiados aporte al índice de desarrollo humano de sus países (los cuales repito, son capitalistas).

Abner  Cottóm


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