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lunes, 13 de marzo de 2017

Seguimos trabajando

Reiteramos nuestro agradecimiento a todas las personas que han permitido la creación de este espacio virtual y la publicación de la primera edición de nuestra revista.  Muy pronto subiremos la versión digital en este espacio así como las fotos del evento.  A la vez ratificamos nuestro compromiso de seguir publicando el talento de nuestros escritores.

Esta semana compartimos versos cargados de romanticismo.  Agradecemos a nuestras autoras por compartirnos parte de su vida a través de sus poemas.

DUEÑA

Licor, eso he deseado ser
para diluirme por tus labios
y poder recorrer tu cuerpo
y adormecer a mi favor
cada una de tus neuronas...

Hoy deseo dominarte
ser el motor que impulsa
el latir acelerado de tu corazón
y poner en marcha
tus más profundos deseos.

Camina de mi mano a mis labios,
y luego recorre mi cintura
e investiga inquieto mi topografía
para dejarte caer después en la eternidad
de mis oscuros y profundos ojos.

Déjame ser el cielo,
el infierno y sus más dulces pecados,
y la plenitud del mundo
para que te pierdas en mí
y no puedas encontrar retorno alguno.

                                                        Ana Alegría


Ojos Negros

Ojos negros, dime ¿Qué es lo que expresa tú mirada penetrante como rayo enfurecido en invierno? Dime ¿Qué es lo que siente tu alma de niebla? ¿Es acaso que el cielo no te ha permitido ver la luz del alba? O ¿acaso el brillo de tus ojos ha llegado a su final? Dime ¿Quién te ha robado el deseo de vivir?

No, no contestes porque puedo leer a través de tus pupilas la tristeza y el sufrimiento de tu vida, no, no me digas porque he visto tus ventanas húmedas que sirven como canal de las gotas de cristal que brotan de tu alma, no, no es necesario que digas lo que sientes, porque he podido ver cómo se van cerrando poco a poco  hasta quedar inmersos en la almohada en plena madrugada.

Ojos negros, perdón si me escuchas describir más de lo que quieres que la gente sepa, perdón si a veces me dan ganas de maldecir y sucumbir la vida de quienes te agobian, perdón si al amanecer maquillo tus ojos para disimular las huellas de las tormentas que cada noche desbordan con furia y desosiego, perdón ojos negros por insistir en que reaparezca la primavera en tus bellos ojos negros.

                                                                                                                Anónimo


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