Tenemos el agrado de compartir con ustedes
parte de la trayectoria artística, y algunos de los potentes escritos, de una
persona excepcional. Su amor por el arte lo vemos reflejado en lo que realiza,
él es:
Marlon
Francisco
Gestor cultural, escritor, conductor radial y
cantante lírico guatemalteco. Ha publicado los poemarios Piel Inédita (1999),
Espejo Espejo (2000); Casa de Pasos Ocultos (2004) y Recinos Olvidados (2009),
además su trabajo se encuentra en Antologías (Voces de Posguerra, 2000, Taller
de Poesía, 2001, Incubus, 2003), y Revistas tanto impresas como digitales (Los
que Escriben, TE PROMETO ANARQUIA, Mandrágora, Poesía Express, Cava, periódico
Siglo 21 entre otros). Programas de radio como Arcón Poético, Letras en el
Aire, Antología Literaria, Zona Literaria han compartido su trabajo literario.
Actualmente conduce para Radio Universidad el programa Ingeniería con
sentimiento de la FIUSAC sobre arte y cultura. Tenor lírico-ligero de más de 10
años de trayectoria, incluye 19 producciones de ópera, zarzuela, oratorio, y
musicales de Broadway como corista y en papeles solistas, también incluye en su
repertorio piezas de música barroca, jazz, bolero y canzone napuletana. Sus dos labores artísticas, el canto y la
poesía coinciden recientemente en la canción Tus Manos obra del connotado
maestro guatemalteco Vinicio Salazar que para dicha obra musicalizó un poema de
su autoría.
Amor, no fumes en la cama
Mi papá siempre fue fumador. Desde
adolescente hasta que falleció. Mis recuerdos de él involucran sus Marlboros y el olor penetrante
del tabaco en su ropa. En el tráfico al salir del colegio, maldecía a los demás
conductores y se echaba su respectivo cigarrillo. Bajo un torrente
invernal, dentro del Nissan blanco; mis
viejos enmudecieron cuando cantó Moncho
esa música que sonaba a noches en
penumbra, a camas cómplices. “Amor, no
fumes en la cama, me decía…” como si un amigo de juventud los hubiera
visitado a través de la radio. Por cinco
minutos no fueron papás, sino un par de novios a los que nos les importaba el
aguacero, la cena ni las prisas.
No era la primera vez que me quedaba a dormir
en su casa luego de los conciertos y actividades. Nuestra pequeña Vida de Bohemia involucraba pizza
fría, cerveza barata y la noche juntos.
La habitación se llenó del olor
inconfundible del tabaco y una brasita naranja iluminó brevemente su rostro
pálido. Su torso desnudo y sus piernas se dibujaban bajo la luz de los
halógenos callejeros, como una
fotografía extremadamente granulada. Mis ojos reconstruyeron el resto de su
cuerpo de memoria. “¡Dejá de fumar, el tabaco te hace daño,
cerote! Además me chinga la voz, ¿Querés que por tu culpa no pueda cantar? ” Mi
grito chillón lo sacó del trance. Desde la orilla de la cama me mandó a dormir
con fingido enojo. Lo acerqué a mí pese al humo y me sonreí.
Tarareé la canción de Moncho en su oído. “Y,
con sus manos, de los labios me quitaba el cigarrillo mientras me dormía…”. La
madrugada difuminó nuestras siluetas;
solo dejó un persistente aroma en mi piel.
Aprovisionados para la noche luego de los
aplausos y diplomas, ¡Que la ópera de paso a la juerga y la embriaguez!! Nos
acompañaban otros cantantes. La charla era comatosa: qué chava estaba buena o
qué catedrático les caía mal y yo me ABURRÍA horriblemente. “¡Qué lindo cantaste!”;
me ofrecía halagos y golosinas para entretenerme en las partes menos sublimes
de la reunión mientras le prodigaba
cerveza a su hermano; ocupado en
discutir por enésima vez alguna tontería sobre sus héroes de comics. “Muchá,
esta canción me la dedicaron” y la voz
de Moncho acarició desde los parlantes hasta los muros. “Aún escucho
el eco de su voz que me decía, Amor; no
fumes en la cama…” Los demás estaban
demasiado absortos con el fuego sagrado de la pipa, esperando su turno por el
anhelado cannabis indica. Lo miré severamente y llevé mi índice contra los labios, mientras
él reía con las mejillas sonrojadas. Reía como un niño travieso que se ha
salido con la suya.
Reloj
II
(De
la colección Anticitera)
A los diez días
como gazapo
abrí los ojos
una correntada de ilusión
azuzó mis extremidades
pude caminar
torpe
y sin rumbo
Todo lo que mordí
me supo nuevo
pero el mundo me aventajaba por mucho
el nuevo era yo
Reloj
IV
La vida
es lo que le pasa a la flor
cuando decae
Pierde los colores
el aroma desvanece
y en su agonía
se vuelve el alimento de las próximas generaciones
su indetenible transformación
es vida
Para ella
para todos
Zodíaco
(De
la colección Anticitera)
Los jóvenes dormidos
los viejos insomnes
El mundo no ha sido más que un puñado de
trigo
el ovillo de lana y la sal
Todo lo demás
son las quimeras
las aspiraciones de ser inmortales
fantasmas que nos han hablado
los renos gigantes pintados en las cuevas
los santos ritos de los templos
Todo lo demás
lo que no somos nosotros
es lo que soñamos nosotros.
Para obtener más información,
acerca de este polifacético artista nacional, pueden visitar su blog:
http://ingenieriaconsentimiento.blogspot.com/
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