Hoy tenemos el grato placer de iniciar el año con un personaje muy importante para la literatura guatemalteca, les presentamos al escritor Leonel Juracán.
Leonel Alfonso Juracán Lemus, nació en 1981 en Ciudad de Guatemala, escritor, laboratorista clínico y artista del performance, actualemente estudia licenciatura de Filosofía en la facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Fue miembro de la Asociación de Escritores de Guatemala y es cofundador del grupo Folio 114, que reunió autores centroamericanos. Además de publicar para Casi Literal, Juracán ha publicado artículos para revistas de circulación local tales como Vértice, Revista de la Universidad de San Carlos y Algarero cultural, entre otras. Es autor de los libros Guía práctica para manejar la invisibilidad (Editorial Leyva, 2001), Inflamable (Editorial Cultura, 2008) y Fúnebre y carnavalesco (Editorial Magna Tierra 2012). Además ha sido publicado en antologías como Poemas de la postguerra (Editorial Helvetas, 2002), Antología de cuento Lema Tzijonem (Comunidad Nacional de Escritores y Fondo de Cultura Económica, 2002), y Ni hermosa ni maldita. Narrativa guatemalteca actual (Editoral alfaguara, 2012); entre otras.
Sin más preámbulos los dejamos con una pizca de su talento.
de los pájaros que sueñan
es una inmensa nube sólida.
la piel del mundo en estallido
orquesta pútrida la vida.
(Tributo a Edgard Dacqué)
En el primer día, el hombre creó a Dios,
y se proclamó dueño de los cielos y los mares.
Con violencia dominó a todas las bestias de la
tierra,
pisoteó a todo animal que se arrastra,
convirtiendo a los otros en ganado.
Entonces dijo: Creced y multiplicaos.
En el día segundo, el hombre cazó a las aves
que volaban sobre la tierra, y mató a las
grandes ballenas,
y a los peces del mar según su especie,
y se dijo a sí mismo que aquello era bueno.
En el tercer día, el hombre descubrió las
estrellas,
e hizo lumbreras menores,
llamándose señor del día y de la noche.
Y fue la tarde y la mañana del día tercero.
Y consumió el hombre todos los frutos de la
tierra,
destruyendo la simiente de todo árbol y toda
hierba.
Así fue la tarde y la mañana del día cuarto.
En el quinto día, el hombre oscureció los
cielos,
y cubrió las aguas de tiniebla.
El mar arrojó sus entrañas, y perecieron
todos los animales que nadan, vuelan o se
arrastran.
En el sexto día, sobre una tierra desordenada
y vacía,
el hombre se alimentó del hombre.
Así pereció de hambre y sed.
Volvió a reinar el caos, la luz se unió a las
tinieblas
y se olvidó de que alguna vez
existieran días o hubiese hombre sobre la
tierra.
Siempre les recordamos enviar sus poemas escritos y demás. Así como dejar sus comentarios para mejorar este espacio día con día.
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