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lunes, 23 de enero de 2017

Poeta, editor y ambientalista

Esta semana nuestro blog se engalana con un autor que además de escribir hermosos versos es un defensor del medio ambiente lo que refleja en su trabajo artesanal al dar bellas formas a los libros que publica. ¿Quién es y qué hace?

Eynard W. de Conqueabur 

Nació en Antigua Guatemala en 1990. Intento de poeta y escritor, y a veces con buen ánimo también intento para fungir de gestor cultural y otras iniciativas que se avecinan en el camino. Por ejemplo, fundador y creador del Proyecto editorial Los zopilotes, así como del Certamen de Cuentos El Palabrerista y del Certamen de Poesía Cantos de Trova, y de la Revista Conqueabur, entre otras actividades efímeras. Ha publicado el poemario Cantos de baches mojados [reciclaje poético intercambiable]; ha sido publicado en las revistas Esquisses (Guatemala), Revista República de Papel (Honduras), Revista Mandrágora (Guatemala) y Conexiones (Costa Rica); y en las antologías guatemaltecas Silencios Suspensivos. Antología apastiana (poesía), El desfiladero de las últimas horas. Antología seudónima (poesía), Poesía inmediata: el abismo por madrugadas. Antología de la Revista Mandrágora (poesía), en Poemas inolvidables (USA, poesía), en Al este del arcoíris (USA, antología de microrrelatos),  en Mi país es un zombie (México, poesía), en Poemas pequeños para un corazón colibría (Chile, poesía), en SOS (España, cuentos). Por otro lado, es asiduo columnista en CasiLiteral, le encanta el fútbol y, como la mayoría del resto del mundo, tiene un blog abandonado que siempre quiere retomar.


POEMA DE LA IMAGINACIÓN

Es el mar, 
es el suelo que pisamos,
el horizonte que va más allá de nuestras manos,
de nuestros ojos encandilados 
por la soledad y el aburrimiento,
es el infinito del universo, 
las galaxias en plena conflagración 
in situ por nuestros espíritus,
es el corazón siniestro de todos nuestros corazones,
algo así como del mundo en el que entristecemos,
algo así como del amor que brota 
en los resquicios del desamor, 
de la guerra,
de la destrucción,
del alma poseída de pasión infiltrada por el sol y la luna,
es esa mengana que sos vos, 
ese este fulano que soy yo:
es como nacer y/o como morir
atravesando la desventura de realidades
yuxtapuestas a toda la cara 
con la que jugamos a ser seres humanos, 
eso,
simples y mortales seres humanos
que dejan atrás su sentimiento ininteligible  de inmortalidad,
del olimpo consagrado,
de las tinieblas enfrentadas como
avernos disparatados por dioses encarnados de odio y venganza,
sin ese amor del que imploramos día a día,
sin un pequeño corazón como para ritos sagrados y absurdos,
como para volar alrededor de los planetas 
y las estrellas que nos encuentran
en juegos de escondite en el azar sinuoso de tu cuerpo.
En fin, tenemos vacas pastando,
caballos alados, 
tiernos cerdos que nos comparten en la evolución,
gatos bajados de las inmediaciones divinas,
perros queriendo ser nuestros amigos,
el árbol majestuoso y eterno, 
el aire que se nos avecina para que vivamos en nosotros mismos,
el agua que se esparce por todo lo que alcanzamos a ver,
la tortuga parsimoniosa hasta que la prisa la sorprende,
el elefante ceremonioso e impertérrito, 
la sabiduría del tecolote,
la rata surcando los desfiladeros de la tierra,
la serpiente hablándonos al oído, 
las palmeras ciñéndose en danzas de amor, 
y así,
etcétera, etcétera y etcétera,
todo tan vasto,
todo tan perpetuo,
tan sempiterno, 
y entre tanto recoveco no te me escapás,
no te me escaparás, 
vos ahí, yo aquí,
mis manos queriendo alcanzarte,
mis dedos queriendo tocarte,
mi sangre bullendo con tu sangre que bulle al unísono,
marcando el ritmo del compás impostergable
de nuestras miradas puestas en el punto esencial.
En fin, un poco de esto y un poco de aquello…

(De Apuntes a la batalla sucedida (la sinventura de otras dimensiones)


 POEMA DEL DESTIERRO

¿Pueden hablar solo los muertos?
Salman Rushdie

Articulaciones sin voz,
ausencias premeditadas,
el indiscutible movimiento pertinaz
hacia las afueras sin brillo ni sol:
consecuencias desperdigadas
por realidades inmarcesibles:
allá afuera, laderas escarpadas,
montañas impasibles ante la soledad
y la desgracia consuetudinaria,
el día a día que nos acaba,
la noche a noche que nos carcome,
y nosotros,
¿qué vela tenemos en este entierro?:
llanto primero al nacer,
suspiro último al declinar la cabeza
frente a cualquier fosa común:
el inventario de emociones a cuentagotas,
sentimientos invaluables
que con suerte a lo mejor trascenderán
tres magras y sinvergüenzas generaciones
infectas de indiferencia voraz
con ríos diferentes
o con mares desbordantes de infinito.


 Espero les hayan gustado tanto como a nosotros estos poemas, les recordamos que seguimos esperando sus trabajos.     










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