Nuestro
invitado de hoy es sancarlista, amante de la literatura universal, de otras manifestaciones artísticas, de los deportes y de todo aquello que mantenga viva su imaginación. Su carisma e ingenio se
ven reflejados en sus letras, mismas que harán vibrar a todo aquel que resuelva
leerlo con calma y sensatez. Deleitémonos con este bello texto.
Por Funes el memorioso
Música
y palabra nacen contigo, la mudez de mis labios encuentra la pureza en tu
corazón unido con el albor de la vida.
El
mar sabe lo que hace, me embriaga el color de la espuma, carne tuya, carne de
Venus...
- El
esplendor se alza en ti,
Como
una pradera de rosas del Oriente,
De tu
mirada bebo un dulce encanto.
Todo
dolor es ahora vano,
El
blanco de la luna se derrama en ti, eclipsando mis desventuras.
Compañera,
alejémonos del humor pétreo de la humanidad y ardamos en la robustez de una
sola llama.
- Tu
delicada fragancia agita los recuerdos recientes,
ebrio
de deseos y guarismos escucho tu cuerpo,
me
visto con una impetuosa excitación,
en un
solo mundo creo, responsables de crearlo tú y yo,
mi
única entrada al infinito...
-
Sonrío a tu belleza, aleteas suavemente en mis fantasías, dos palabras has
dicho que en mis labios se detuvieron.
Dos
copas de cristal acompañan la espuma, blancas noches que me hacen gemir cuando
me das tu muerte.
Toda
palabra expira, pero busca esta lengua que habla y cuando seamos una sola
sombra susurraré: En tu vibrante mar deseo hundirme.
- Mis
deseos vuelan por los aires, con tu dulce voz disuelves los inviernos y los ocasos.
En el leteo de tus senos, envuelto en tu fragancia moriré.
- La
realidad sigue allí, no se escucha un solo rumor. Sin embargo, una bailarina
parpadea en el cielo, todo se pierde girando.
Se ha
roto un mundo, y aspiras la noche, dibujando una línea hacia tus pechos. Un
sonido se escapa de tus labios, mientras veo mi reflejo en los cristales rotos
de la monotonía, soy un simulacro, una ausente sonrisa entregada al miedo.
Arrojo el cigarrillo y salto, en tu mano el dolor ya no me muerde.
-
Cual estatua paralizado por un rayo, el suelo se abrió ante tus ojos, marcando
los abismos que nuestras palabras unieron. Encaminado en la soledad, que se
expande como el horizonte, me hallaba; uno a uno rompiste los goznes de mi
condena, y el vértigo corrió por entre mis venas.
Temeroso
del porvenir, me sujeté a las inagotables hojas de un pequeño libro, la tarde era
tu vecina y el frío, el silencio y el miedo cerraron los ojos. Urgido por
frenar las apariencias, con tu voz destruí los espejos de este mundo, y la vida
me supo a un susurro de espuma silencioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario