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lunes, 3 de julio de 2017

Gracias por la espera

No tenemos manera de agradecer a todos los que nos han escrito y compartido sus textos, sabemos que eso muchas veces implica temor, pero que han roto esa barrera permitiéndonos con ello disfrutar de su inspiración.

Gracias por su paciencia al esperar ser publicados.  Esta semana seguimos publicando el talento efpemista.

Otro final para contar

Eran las 3:00 am, ella sobresaltada de emoción despertó de ese sueño tan hermoso, su desilusión fue grande al darse cuenta, que solo era eso, un sueño. Llevaba días extrañando un: te amo, abrazo o te echo de menos del hombre a quien le entregó el alma; Todo había sido perfecto durante cinco meses más o menos, luego, solamente quedó extrañando lo que él había sido; sin embargo ella seguía allí, esperando a que todo fuera igual.
El domingo por la madrugada tuvo una sensación triste al darse cuenta que no era realidad lo que había soñado, él no le había mandado un mensaje diciendo que extrañaba sus besos, sus abrazos, su compañía; decidió salir, busco tres monedas de quetzal y fue a llamarlo, necesitaba escuchar su voz. Era claro que no respondería pues él dormía, tres intentos hizo, luego se colocó nuevamente el suéter negro que cargaba y entró a su cuarto; y durmió.
Ya eran las 6:00 am cuando despertó, decidió intentar una vez más escuchar su voz, esta vez contestó, pero ella sabía que no sentía emoción por que fuera ella quien estaba detrás de esa llamada, aun así hizo preguntas. Él le dijo:
-          ¿estarás en casa hoy?, con un tono tan obligado que dolía.
-          Tenía pensado ir a la casa de una amiga, pero si vienes te espero, respondió ella.
Intercambiaron palabras, hasta que él dijo:
-          Llego como a las nueve.
-          Está bien, respondió la joven, aunque muy dentro de ella sabía lo que pasaría.
Se llegó la hora, lo vio allí estacionando la moto en la que iba, su corazón palpitaba más rápido. No podría decir si era por emoción al verlo o por el miedo de escuchar lo que ya sabía que pasaría; ella lo abrazó, le dio los besos que había guardado desde hace mucho y él correspondió igual, tampoco sé si fue por obligación o si en realidad quería hacerlo.
Se acostaron en una cama, ella quería escuchar el palpitar de su corazón, saber si su ritmo era el mismo; lastimosamente para ella, no era el mismo que había escuchado y sentido meses atrás.
Ella preguntó:
-          ¿Qué ha pasado?
Al principio guardo silencio, tratando de hacer que ella dejara de preguntar, dándole besos en el rostro, pero ella sabía que debía de insistir, era lo mejor.
Después el habló, pero sus palabras fueron tan hirientes que en el interior de su alma ella sentía que una hemorragia había iniciado.
-          No eres tú, soy yo. No puedo con tantas cosas y nuevamente el "necesito tiempo", salió de su boca.
No era la primera vez que lo pedía, ya en una oportunidad a mi parecer se humilló mucho buscando respuestas, siendo rechazada; era obvio que él no la necesitaba ni quería en su vida. Sonrió y lloró interiormente, ella era de las que necesitan ser lastimadas con una verdad y no ilusionadas con una mentira.
Preguntó:
-          ¿te sientes mejor sin mí?
-          Cuando me desconecto de todo, cuando no hablo contigo me siento libre - respondió él.
Quizá, ella estaba dispuesta a dar tiempo pero estas palabras terminaron de abrir la herida que ya estaba sangrando. Ella se levantó, lo alejó y le dijo:
-          Nunca fue mi intención ser un estorbo. No hagamos más larga esta despedida.
Él se levantó, tomo sus cosas y se marchó.

Hace tiempo ella había aprendido a no estar en donde no la querían, también le habían dicho mucho la frase: ¡No eres tú, soy yo!, muchos ya la habían utilizado, ya estaba cansada de luchar por algo y alguien que no quería que lo hiciera. Entonces agarró valor, limpió sus lágrimas y salió.
Aunque sabía que dolería por un tiempo, estaba segura que esta historia había terminado pero muchas más estaban por venir.
 Fernanda Morales



El día que me enamoré

Gracias por ese día.
Esas horas.
Esos minutos.
Esos segundo.
Que tus ojos vieron los míos.
Y mis labios saborearon los tuyos.
Tu cuerpo bailando, negándose a mi ritmo.
Pero tratando de estar siempre juntos.
No soy poeta.
Pero si quieres la luna.
La miro en tu mirada.
Se refleja en mi frente.
Y te la doy con el corazón.

Ewin Losley





Mi Padre

Tus días de gloria, juventud y fortaleza
Fueron un regalo para mí
Inmerecido obsequio de la vida, que un día recibí

Innumerables momentos felices
Puedo recordar a tu lado, Padre mío
De niña, de joven y adulta, en la memoria perdida
No sabes cuanta alegría me diste,
Has sido el motor de muchas cosas
Que yo he logrado en la vida.

Quizás el tiempo se llevo tu sonrisa
Quizás yo, colaboré en eso
Tus arrugas dicen hoy lo que llevas dentro de ti
Desearía poderlas borrar con un beso

Lloro al pensarte lejos, imaginando que un día te iras
Mi fuerza, mi alegría han sido tus consejos y ejemplo
“Ser Hermoso”, no sabes cuánto te quiero
Padre, por ti en mi corazón no existe el tiempo
Pues en él, siempre y por siempre habitaras

Te amo y todos los días, gracias le doy a mi Dios
Por regalarme tu presencia !Gran Hombre!
Porque en mi, la Felicidad comienza
Al oír pronunciar “tu nombre”…
Anaisa



Un sentimiento

Al despertar escucho el canto de aquellas aves
Que endulzan mis oídos con tan linda melodía.

Admirando lo maravilloso de la naturaleza,
Veo como el viento de la mañana logra desprender
Aquellas hojas de aquel árbol que tiene
Sus raíces impregnadas
En aquella tierra que me vio crecer.

¡Cómo olvidar de dónde eres! Sí aquellas tierras
Guiaron tus pasos, aquellas tierras fértiles
Donde ves cada amanecer que es fruto de lo maravilloso
De estar vivos.

Como olvidar tus orígenes si aquellas tierras
Vieron tus primeros pasos,
Pasos que formaron lo que hoy eres;
Un ser capaz de alcanzar tus propósitos,
Y los anhelos que en momentos se ven imposibles…

El viento me recuerda lo perfecto que es el amanecer,
La naturaleza lo maravilloso de estar vivo,

Y mi origen me recuerda a cada instante de donde soy.
María Iquité Boch





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