No tenemos manera de agradecer a todos los que nos han escrito y compartido sus textos, sabemos que eso muchas veces implica temor, pero que han roto esa barrera permitiéndonos con ello disfrutar de su inspiración.
Gracias por su paciencia al esperar ser publicados. Esta semana seguimos publicando el talento efpemista.
Otro final para contar
Eran las 3:00 am, ella sobresaltada de emoción despertó de ese sueño
tan hermoso, su desilusión fue grande al darse cuenta, que solo era eso, un
sueño. Llevaba días extrañando un: te amo, abrazo o te echo de menos del hombre
a quien le entregó el alma; Todo había sido perfecto durante cinco meses más o
menos, luego, solamente quedó extrañando lo que él había sido; sin embargo ella
seguía allí, esperando a que todo fuera igual.
El domingo por la madrugada tuvo una sensación triste al darse cuenta
que no era realidad lo que había soñado, él no le había mandado un mensaje
diciendo que extrañaba sus besos, sus abrazos, su compañía; decidió salir,
busco tres monedas de quetzal y fue a llamarlo, necesitaba escuchar su voz. Era
claro que no respondería pues él dormía, tres intentos hizo, luego se colocó
nuevamente el suéter negro que cargaba y entró a su cuarto; y durmió.
Ya eran las 6:00 am cuando despertó, decidió intentar una vez más
escuchar su voz, esta vez contestó, pero ella sabía que no sentía emoción por que
fuera ella quien estaba detrás de esa llamada, aun así hizo preguntas. Él le
dijo:
-
¿estarás
en casa hoy?, con un tono tan obligado que dolía.
-
Tenía
pensado ir a la casa de una amiga, pero si vienes te espero, respondió ella.
Intercambiaron palabras, hasta que él dijo:
-
Llego
como a las nueve.
-
Está
bien, respondió la joven, aunque muy dentro de ella sabía lo que pasaría.
Se llegó la hora, lo vio allí estacionando la moto en la que iba, su
corazón palpitaba más rápido. No podría decir si era por emoción al verlo o por
el miedo de escuchar lo que ya sabía que pasaría; ella lo abrazó, le dio los
besos que había guardado desde hace mucho y él correspondió igual, tampoco sé
si fue por obligación o si en realidad quería hacerlo.
Se acostaron en una cama, ella quería escuchar el palpitar de su
corazón, saber si su ritmo era el mismo; lastimosamente para ella, no era el
mismo que había escuchado y sentido meses atrás.
Ella preguntó:
-
¿Qué ha
pasado?
Al principio guardo silencio, tratando de hacer que ella dejara de
preguntar, dándole besos en el rostro, pero ella sabía que debía de insistir,
era lo mejor.
Después el habló, pero sus palabras fueron tan hirientes que en el
interior de su alma ella sentía que una hemorragia había iniciado.
-
No eres
tú, soy yo. No puedo con tantas cosas y nuevamente el "necesito tiempo", salió de
su boca.
No era la primera vez que lo pedía, ya en una oportunidad a mi parecer
se humilló mucho buscando respuestas, siendo rechazada; era obvio que él no la
necesitaba ni quería en su vida. Sonrió y lloró interiormente, ella era de las
que necesitan ser lastimadas con una verdad y no ilusionadas con una mentira.
Preguntó:
-
¿te
sientes mejor sin mí?
-
Cuando me
desconecto de todo, cuando no hablo contigo me siento libre - respondió él.
Quizá, ella estaba dispuesta a dar tiempo pero estas palabras
terminaron de abrir la herida que ya estaba sangrando. Ella se levantó, lo
alejó y le dijo:
-
Nunca fue
mi intención ser un estorbo. No hagamos más larga esta despedida.
Él se levantó, tomo sus cosas y se marchó.
Hace tiempo ella había aprendido a no estar en donde no la querían,
también le habían dicho mucho la frase: ¡No eres tú, soy yo!, muchos ya la
habían utilizado, ya estaba cansada de luchar por algo y alguien que no quería
que lo hiciera. Entonces agarró valor, limpió sus lágrimas y salió.
Aunque sabía que dolería por un tiempo, estaba segura que esta historia
había terminado pero muchas más estaban por venir.
Fernanda Morales
El día que me enamoré
Gracias por ese día.
Esas horas.
Esos minutos.
Esos segundo.
Que tus ojos vieron los míos.
Y mis labios saborearon los tuyos.
Tu cuerpo bailando, negándose a mi ritmo.
Pero tratando de estar siempre juntos.
No soy poeta.
Pero si quieres la luna.
La miro en tu mirada.
Se refleja en mi frente.
Y te la doy con el corazón.
Ewin Losley
Mi Padre
Tus días de gloria, juventud y fortaleza
Fueron un regalo para mí
Inmerecido obsequio de la vida, que un día recibí
Innumerables momentos felices
Puedo recordar a tu lado, Padre mío
De niña, de joven y adulta, en la memoria perdida
No sabes cuanta alegría me diste,
Has sido el motor de muchas cosas
Que yo he logrado en la vida.
Quizás el tiempo se llevo tu sonrisa
Quizás yo, colaboré en eso
Tus arrugas dicen hoy lo que llevas dentro de ti
Desearía poderlas borrar con un beso
Lloro al pensarte lejos, imaginando que un día te iras
Mi fuerza, mi alegría han sido tus consejos y ejemplo
“Ser Hermoso”, no sabes cuánto te quiero
Padre, por ti en mi corazón no existe el tiempo
Pues en él, siempre y por siempre habitaras
Te amo y todos los días, gracias le doy a mi Dios
Por regalarme tu presencia !Gran Hombre!
Porque en mi, la Felicidad comienza
Al oír pronunciar “tu nombre”…
Anaisa
Un
sentimiento
Al despertar
escucho el canto de aquellas aves
Que endulzan mis
oídos con tan linda melodía.
Admirando lo
maravilloso de la naturaleza,
Veo como el viento
de la mañana logra desprender
Aquellas hojas de
aquel árbol que tiene
Sus raíces impregnadas
En aquella tierra que
me vio crecer.
¡Cómo olvidar de
dónde eres! Sí aquellas tierras
Guiaron tus pasos,
aquellas tierras fértiles
Donde ves cada
amanecer que es fruto de lo maravilloso
De estar vivos.
Como olvidar tus
orígenes si aquellas tierras
Vieron tus
primeros pasos,
Pasos que formaron
lo que hoy eres;
Un ser capaz de
alcanzar tus propósitos,
Y los anhelos que
en momentos se ven imposibles…
El viento me
recuerda lo perfecto que es el amanecer,
La naturaleza lo
maravilloso de estar vivo,
Y mi origen me
recuerda a cada instante de donde soy.
María Iquité Boch