Esta semana nuestro blog se engalana con un autor que además de escribir hermosos versos es un defensor del medio ambiente lo que refleja en su trabajo artesanal al dar bellas formas a los libros que publica. ¿Quién es y qué hace?
Eynard
W. de Conqueabur
Nació en Antigua Guatemala en 1990. Intento de
poeta y escritor, y a veces con buen ánimo también intento para fungir de
gestor cultural y otras iniciativas que se avecinan en el camino. Por ejemplo,
fundador y creador del Proyecto editorial Los zopilotes, así como del Certamen
de Cuentos El Palabrerista y del Certamen de Poesía Cantos de Trova, y de la
Revista Conqueabur, entre otras actividades efímeras. Ha publicado el poemario Cantos de baches mojados [reciclaje poético intercambiable]; ha sido publicado en las revistas Esquisses (Guatemala),
Revista República de Papel (Honduras), Revista Mandrágora (Guatemala) y
Conexiones (Costa Rica); y en las antologías guatemaltecas Silencios Suspensivos. Antología apastiana (poesía), El desfiladero de las últimas horas.
Antología seudónima (poesía), Poesía
inmediata: el abismo por madrugadas. Antología de la Revista Mandrágora (poesía),
en Poemas inolvidables (USA, poesía), en Al
este del arcoíris (USA, antología de microrrelatos), en Mi país es un zombie (México, poesía), en Poemas pequeños para un corazón colibría (Chile, poesía), en SOS (España, cuentos). Por otro lado, es
asiduo columnista en CasiLiteral, le encanta el fútbol y, como la mayoría del
resto del mundo, tiene un blog abandonado que siempre quiere retomar.
POEMA DE LA IMAGINACIÓN
Es
el mar,
es
el suelo que pisamos,
el
horizonte que va más allá de nuestras manos,
de
nuestros ojos encandilados
por
la soledad y el aburrimiento,
es
el infinito del universo,
las
galaxias en plena conflagración
in
situ por nuestros espíritus,
es
el corazón siniestro de todos nuestros corazones,
algo
así como del mundo en el que entristecemos,
algo
así como del amor que brota
en
los resquicios del desamor,
de
la guerra,
de
la destrucción,
del
alma poseída de pasión infiltrada por el sol y la luna,
es
esa mengana que sos vos,
ese
este fulano que soy yo:
es
como nacer y/o como morir
atravesando
la desventura de realidades
yuxtapuestas
a toda la cara
con
la que jugamos a ser seres humanos,
eso,
simples
y mortales seres humanos
que
dejan atrás su sentimiento ininteligible
de inmortalidad,
del
olimpo consagrado,
de
las tinieblas enfrentadas como
avernos
disparatados por dioses encarnados de odio y venganza,
sin
ese amor del que imploramos día a día,
sin
un pequeño corazón como para ritos sagrados y absurdos,
como
para volar alrededor de los planetas
y
las estrellas que nos encuentran
en
juegos de escondite en el azar sinuoso de tu cuerpo.
En
fin, tenemos vacas pastando,
caballos
alados,
tiernos
cerdos que nos comparten en la evolución,
gatos
bajados de las inmediaciones divinas,
perros
queriendo ser nuestros amigos,
el
árbol majestuoso y eterno,
el
aire que se nos avecina para que vivamos en nosotros mismos,
el
agua que se esparce por todo lo que alcanzamos a ver,
la
tortuga parsimoniosa hasta que la prisa la sorprende,
el
elefante ceremonioso e impertérrito,
la
sabiduría del tecolote,
la
rata surcando los desfiladeros de la tierra,
la
serpiente hablándonos al oído,
las
palmeras ciñéndose en danzas de amor,
y
así,
etcétera,
etcétera y etcétera,
todo
tan vasto,
todo
tan perpetuo,
tan
sempiterno,
y
entre tanto recoveco no te me escapás,
no
te me escaparás,
vos
ahí, yo aquí,
mis
manos queriendo alcanzarte,
mis
dedos queriendo tocarte,
mi
sangre bullendo con tu sangre que bulle al unísono,
marcando
el ritmo del compás impostergable
de
nuestras miradas puestas en el punto esencial.
En
fin, un poco de esto y un poco de aquello…
(De
Apuntes a la batalla sucedida (la
sinventura de otras dimensiones)
POEMA DEL DESTIERRO
¿Pueden hablar
solo los muertos?
Salman Rushdie
Articulaciones
sin voz,
ausencias
premeditadas,
el
indiscutible movimiento pertinaz
hacia
las afueras sin brillo ni sol:
consecuencias
desperdigadas
por
realidades inmarcesibles:
allá
afuera, laderas escarpadas,
montañas
impasibles ante la soledad
y
la desgracia consuetudinaria,
el
día a día que nos acaba,
la
noche a noche que nos carcome,
y
nosotros,
¿qué
vela tenemos en este entierro?:
llanto
primero al nacer,
suspiro
último al declinar la cabeza
frente
a cualquier fosa común:
el
inventario de emociones a cuentagotas,
sentimientos
invaluables
que
con suerte a lo mejor trascenderán
tres
magras y sinvergüenzas generaciones
infectas
de indiferencia voraz
con
ríos diferentes
o
con mares desbordantes de infinito.
Espero les hayan gustado tanto como a nosotros estos poemas, les recordamos que seguimos esperando sus trabajos.